Estás en guerra. Velo así.
Debes luchar por cada nuevo cliente. Si no lo ganas tú, lo ganará tu rival; tu competencia.
Si tienes un gimnasio, cada nuevo miembro que se va a tu competencia lo perdiste tú.
Si tienes una consulta deportiva, si eres médico, nutri, kine, sicólogo, cada paciente que se atienda en la competencia, es un paciente que pierdes tú.
Y cada vez que pierdes, pierdes plata.
No puedes seguir perdiendo. Para perder, mejor cierras tu negocio y sigues siendo empleado.
Y no basta con ser bueno en lo que haces y tener lindas instalaciones.
Tampoco con ser muy activo en la red social de turno; con mostrar historias en instagram y todas esas cosas.
No. Los clientes no llegan así.
Al menos no en la cantidad a la que deberías aspirar.
Debes hacer algo más. Debes atraerlos de verdad.
Recuerda, esto es la guerra.
Quizá hasta ahora te ha funcionado lo que estás haciendo. Quizá sientes que lo estás logrando.
Sí, puede ser.
Pero si ya estás ganando algunas batallitas, ¿por qué no seguir más allá y ganar la guerra?
¿Por qué no seguir ampliando tu territorio, tu influencia?
Bueno, entonces deja de luchar y siéntate a ver cómo la guerra la gana tu competencia.
Aunque se demore, lo va a hacer.
Ahora, si quieres seguir ganando, comiendo terreno y capturando clientes, quizá te interese seguir leyendo.
Bien. Sigamos.
En la guerra, cada recurso debe ser usado de la mejor manera posible. No puedes malgastar nada. No puedes utilizar recursos en estrategias poco efectivas.
No.
Debes sacar el máximo provecho de cada recurso disponible.
Y estoy seguro de que no eres una potencia militar. No tienes fondos casi ilimitados ni carne de cañón barata que tirar al campo de batalla.
No.
Aunque ya seas grande y poderoso, cada peso que inviertes cuenta. Y cuesta.
Puedes tomar dos caminos para ganar tu guerra.
El doloroso, que cuesta sangre. Y el inteligente.
El doloroso ya lo conoces. Peleas de frente contra todos tus competidores, sin estrategia, sin cabeza; solo vas ahí y luchas.
Si tienes suerte, ganas un cliente. Y vuelves a buscar otro.
Si no tienes suerte, pierdes uno. Y vuelves.
Y así. Vuelves una y otra vez.
Y vas dejando muchos recursos en el camino. Y mucho sudor y sangre.
Puedes ganar muchas batallas; puedes ganar muchos clientes. Pero el costo es alto. El sacrificio es fuerte.
Ahora, el camino inteligente.
Vas sigilosamente a los bordes del campo de batalla. Ves a tus competidores peleando, mordiendo, sangrando; tú pasas por el lado, sin que te vean.
Y pones una trampa.
Una trampa que una vez puesta puede ganar muchas batallas por ti.
Te puede traer muchos clientes.
Te puede ahorrar muchos recursos. Mucha energía; mucha sangre.
Y te trae plata. Te trae reconocimiento.
Te trae éxito.
Te trae un negocio que funciona sin dolor.
Mira, es así:
Sí, es un embudo.
Es simple. Es potente. Es efectivo. Es guapo.
Consta de solo 3 pasos.
Pero para que funcione hay que comprenderlo.
Y eso es lo que te quiero enseñar.
Para que tengas claro lo que puedes aprender sobre esta trampa, por acá: