Acá es donde te cuento que mi vocación es ayudarte.
Y que quiero lograr un mundo mejor con unicorios color arcoiris y corazones danzando por el aire…
Emmmm.
En realidad no.
Un día miré el mercado y me di cuenta de que casi todo allá afuera es humo. Y me dije:
¡Hey, yo también puedo hacer eso!
A vender humo me refiero.
Así que aquí estoy, intentando agarrar mi porción de pastel en este mundo humeante.
Pero bueno, lo que yo quiera le es indiferente a tu negocio. Y a ti, supongo.
Mejor veamos qué podemos hacer juntos.
Es bastante simple.
Necesitas romper con la espiral de la muerte de los gimnasios.
Romperla para poder seguir adelante con tu proyecto; para no ver destruido tu sueño.
Romperla para que se te vuelva a inflar el pecho (a ti y a los tuyos).
Yo trabajo contigo para desarrollar e implementar la estrategia que tu gimnasio independiente necesita:
Hola, ¿qué hace? Venga a mi gimnasio.
Bueno, ojalá fuese tan simple como eso.
Tampoco es que sea tan complejo. No soy ingeniero de la nasa.
Lo que hago es fundirme en tus clientes, pensar y sentir como ellos, y luego seducirlos desde ahí.
Desde lo que son.
Desde lo que desean.
Desde lo que les duele.
Desde lo que les gusta.
Desde lo que les asusta.
En el camino, tu negocio, tu marca, va tomando forma. Se diferencia de los demás, se posiciona.
Y así, tus clientes te dejan su dinero.
Mientras tú me dejas el tuyo, claro.
Siempre quise ser astrónomo. Así que entré a estudiar astronomía.
Solo duré 2 años. Pero te aseguro que aprendí mucho. De la vida, que de astronomía nada.
Me di cuenta de que yo quería invitar a las chicas a ver las estrellas pero no tener una vida dedicado al estudio y la ciencia.
Así que decidí cambiarme a algo menos demandante. Una carrera de negocios, que es donde te enseñan a tener tu propio negocio, ¿no?
Porque eso es lo que quería, tener mi propio negocio para no dar explicaciones a ningún pelotudo jefe y organizar mi horario para hacer lo que me salga de las pelotas.
Pero, no.
No.
Me enseñaron a hacer crecer el negocio de otro, pero no a ver nacer el mío.
En fin, cuando me di cuenta (como a fines del primer año), me dediqué a escalar.
Iba a clases siempre que no se interpusieran en mi escalada y así estuve hasta que fui un profesional «de negocios».
Y desde ese momento, empecé a trabajar «en lo mío» mientras por mi cuenta comencé a estudiar y aprender de verdad (y escalaba).
A aprender sobre negocios. Y sobre qué es lo que hace que los clientes quieran comprar, qué es lo que los mueve, qué es lo que les quita el sueño.
Y así… hoy soy copywriter especializado en negocios deportivos.
Además:
Soy un deportista frustrado. El talento no me dio para dedicarme a escalar, tener ranking a nivel nacional, tener auspiciadores y todo eso. Y ahora, que soy un viejoven, los ligamentos, tendones y poleas de mis manos viven hinchados y adoloridos.
Tengo un dedo mutante. Dos, en realidad.
Y soy bastante guapo (si me miras desde el ángulo adecuado*).
*No se garantiza ningún ángulo adecuado.
De más cosas te puedes enterar en tu correo.
Algunas personas que me conocen te pueden contar más.
Igual son medio mentirosos, ten cuidado.